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Hay un mundo escondido tras las creaciones audiovisuales, personalmente es el que más me atrae.

Mucha gente no es consciente de la cantidad de personas que trabajan orquestrando una creación audiovisual, desde la preproducción, pasando por el rodaje y la postproducción en la que se monta el producto final y se distribuye con la promoción y marketing necesarios.

Es como una gran familia y cada organismo debe trabajar en sintonía y comunicación constante para poder llegar a todo. Hay que tener en cuenta que parte del trabajo es saber convivir junto a esta gran comunidad y tener la consciencia de que tu labor está estrechamente atada al trabajo de los demás.

Las actrices y actores somos el instrumento que da vida a personajes que han sido creados en toda su extensión por guionistas, que dotan de emociones, diálogos y personalidad a esos seres que pululan por su mente. Por eso cuando nos llega un guión, durante la primera lectura lo más aconsejable es desprenderte de tu propio juicio y abordar al personaje como un lienzo en blanco. Donde las posibilidades expuestas por el guión son infinitas y se mezclarán con lo que vaya brotando en el proceso de CREACIÓN DE PERSONAJE.

Cómo piensa, desde dónde se impulsan sus sentimientos, de qué manera se mueve y camina, como respira antes de hablar, cuál es el motor con el que afronta el mundo y cómo aborda las situaciones a las que la vida lo conduce. Todos estos elementos son como ventanas en blanco que hay que llenar de un paisaje. Una visión que conforma el hábitat donde se encuentra su casa. Si el personaje es la casa, las ventanas dan a un paisaje que sería su forma de ver el mundo.

Aunque lo más interesante, en mi cuestionable opinión, es de qué material está hecha esa casa, qué tipo de estantería amueblan sus paredes y qué olor tiene cuando entras en ella.

Esto es simplemente una metáfora de lo que podría ser, entender a tu personaje. Me ayuda como método de anclaje reconocer en mí algún elemento comparativo, o viajar, como quien dice, a mi propia memoria sensorial, a la hora de empatizar con el personaje al que me enfrento. Y su interior es lo que más fascinante y a la vez difícil de entender, resulta.

Todos tendemos a comparar la manera de comportarse de las personas, pero en contadas ocasiones nos cercioramos de lo que el otro siente en realidad.

Cuando me presentan a un personaje, debo dejar de lado mi propia consciencia y escuchar; de donde creo que sale cada uno de sus gestos. Y como si de magia se tratara, de repente aparece un hilo conductor con el que guiarte.

Esto suele ocurrir en los ensayos, ya que como buen hijo egocéntrico, cada actor/actriz piensa en su personaje, no obstante la directora o director, como una madre, tiene en cuenta la personalidad de cada uno y el mapa de acciones y acontecimientos que se desarrollan en la historia. Los ensayos son el lugar donde equivocarse sin miedo, donde verdaderamente conoces a tu personaje. Como cuando vas a terapia porque no entiendes de donde nace un sentimiento o sensación y el hecho de compartirlo con una persona externa ya te ayuda a vislumbrar desde otro prisma lo que te sucede, además, desde fuera se pueden dar observaciones mucho más claras. Porque en nuestro interior hay infinidad de caminos emocionales que escapan a nuestra comprensión mental básica.

Me ha pasado tantas veces de ir a un ensayo creyendo que tengo pillado al personaje, que lo conozco al dedillo y llegar allí emocionada… Nada más lejos de la realidad, el primer ensayo suele ser un jarrón de agua fría para la autoestima profesional. Pero de eso se trata, como ya os he contado, de ir con el lienzo en blanco y dejarse guiar.

También sucede y esa es otra de las curiosidades de esta profesión, que al dar vida al personaje le otorgas elementos que no se tenían en cuenta sobre el papel. Pensar que se pasa de un formato 2D del guión sobre plano, a levantarlo al 3D de la interpretación. Hay gestos, expresiones e incluso tonos de voz que surgen a medida que pasas la secuencia una y otra vez.

Algo que me encanta es cuando, en la escucha del otro, tu personaje se va formando por la sencilla existencia del partner. “El infierno son los otros” me dice mi padre, porque en el otro se reflejan tus propias dudas, miedos y pasiones. He tenido la oportunidad de trabajar junto a muchxs compañerxs de la profesión y cada uno ha aportado algo nuevo y desconocido, no solo al personaje que interpretaba, sino a mi, como eterna aprendiz de la interpretación. Hay actores/actrices más viscerales o intuitivos, que dejan brotar en sí emociones, que luego recogen en el frasco del personaje para darle sustancia. Y otrxs que son más técnicos o mentales, estudian las líneas de pensamiento que pueden originar una emoción y tienen en cuenta el background de sus vivencias para aportar veracidad a la hora de interpretar. Personalmente y a lo largo de mi “hasta ahora” carrera creo que lo mejor es hacer una mezcla de estas dos vertientes, para poder darle peso y contenido a las creaciones y así dejar que se expresen con libertad y pasión cuando se grita ACCIÓN!!!

Hay que tener muy claro el personaje y la historia a la hora de rodar, ya que en set hay mil y un factores a tener en cuenta y resulta sencillo despistarse o entrar en bloqueo.

Los rodajes son como una guerra de trincheras, cada departamento lucha por que su trabajo esté bien hecho y se respeten sus tiempos programados en la orden. “El actor/actriz debe estar disponible y preparado en todo momento, para que cuando se ponga frente a la cámara, el brillo que desprende ilumine todos los colores y no se quede ciego”.

Lo veo como un monte donde se encuentra el nacimiento de un río, hay que tener una serenidad y temple propias de una montaña, impenetrable e inamovible y a la vez tener la ductilidad y fluidez de un río, capaz de abrirse paso entre la roca y crear vida alrededor de su cauce. Sé que es una imagen un tanto poética, pero a mi me ayuda para meditar y estar constantemente en mi centro.

Porque cuando hay prisas, cincuenta personas trabajando alrededor, un diálogo de tres páginas a la vista, un equipo de maquillaje, peluquería y vestuario, retocando, un técnico de sonido colocando la petaca y recordándote que hables alto y claro, el ayudante de dirección preguntando: -¿Cuánto tenemos con Asia? Me la piden en el set.

Estrés. Llega tu partner, lo saludas, repasas la secuencia para refrescar, y fijas los últimos cuatro gestos, posición o tono… Es un absoluto caos. Llegas al set, saludas al equipo, te colocas en tu marca, hablas con el director, le haces una broma al operador de cámara (que está igual de agobiado que tu y sobretodo hay que ser compañero y humano), te concentras de nuevo, dejas pasar de largo el pensamiento de poner la lavadora cuando llegues a casa, últimos retoques y: -¡MOTOR!, -¿SONIDO GRABA? -¡GRABA! -¿CUADRO? -¡CUADRO! (cierras los ojos, recuerdas que te encanta tu trabajo, que todos sentimos el síndrome del impostor y te lo crees y respiras, te posee tu personaje y sueltas tus creencias y solo ESTÁS Y ERES AHÍ) y -¡ACCIÓN!

El tiempo se adapta a la secuencia, estás inmerso en ese momento, escuchas a tu o tus partners, intuyes al equipo pero decides obviar tu alrededor para realizar bien tu trabajo, te juzgas y aún así continuas, te emocionas DE VERDAD, se acerca el final de la secuencia pero continuas al 100×100 porque todo cuenta, y cuando quieres darte cuenta: -¡CORTEN! Seguido de un:-VOLVEMOS A PRIMERA, -REPETIMOS, -ES BUENA, PERO HACEMOS OTRA, -LA TENEMOS… E INFINITAS POSIBILIDADES. Y tienes que seguir en tu centro para dar lo mejor de ti durante todo el día y el rodaje, el proyecto, y tu trabajo. Es desesperadamente apasionante. 

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